Commentary

La pesca sostenible, una contradicción

Miércoles, 24 Mar, 2021

Comentario del CEO de Sea Shepherd, Capitán Alex Cornelissen

Durante los últimos cinco años, Sea Shepherd se ha centrado en la pesca ilegal, no declarada y no regulada (pesca INDNR). Nuestras campañas, principalmente en África Occidental, nos han proporcionado una gran cantidad de información sobre el impacto tanto de la pesca INDNR como de la pesca industrial a gran escala en el océano. 

Foto de la Operation Albacore en Gabón, por Melissa Romao/Sea Shepherd.

Está claro que la humanidad está destruyendo toda la vida en el océano y, por alguna razón, esto pasa muy desapercibido.

Las formas de vida en el océano siguen siendo objetos:

  • * Se habla de las especies de peces como "stock"
  • * La extracción de formas de vida se describe como "cosecha".
  • * as cantidades se miden en peso en lugar de en organismos individuales
  • * Todas las especies se denominan simplemente "pescado"
  • * Y lo más importante, el mito de que los peces no sienten dolor
  •  

Obviamente, se trata de un lenguaje cuidadosamente elegido para que los consumidores potenciales no cuestionen la forma en que extraemos el pescado y otras criaturas de nuestro océano. Pero nuestro equipo ve esta destrucción todos los días cuando interactúa con los barcos de pesca.

Vemos la cantidad de capturas incidentales de especies que no son comercialmente explotables y que simplemente se sacrifican y se devuelven al océano.

Vemos cómo miles de tiburones son asesinados por los barcos atuneros que se denominan "amigos de los delfines".

Vemos a los delfines asesinados por muchos pescadores que los consideran una plaga por comer "nuestro pescado".

Vemos a las focas compartir el mismo destino que los delfines porque son competencia para nuestra pesca.

Delfín muerto en una red de deriva en el Océano Índico. Foto Eliza Muirhead/Sea Shepherd.

Hay algo fundamentalmente erróneo en la forma en que vemos el mundo natural, la forma en que nos hemos separado del propio ecosistema del que formamos parte. Esto se aplica especialmente a la forma en que vemos el océano. Arrojamos nuestros residuos allí porque pensamos que es lo suficientemente grande como para que nadie lo note. Cogemos todo lo que queremos porque pensamos que el océano es una fuente infinita de proteínas. 

Nuestro apetito y demanda de pescado es ahora tan grande que no nos detenemos ante nada para conseguirlo. La destrucción del hábitat y la extinción de especies parecen ser aceptables en este proceso.

Pero incluso las pesquerías mundiales están empezando a ver el fin de la industria, son muy conscientes del hecho de que si continuamos con nuestro actual ritmo de extracción, habremos vaciado nuestro océano en menos de tres décadas. La industria está presionada para mantener la demanda y los precios bajos, pero con la disminución de las poblaciones de peces es cada vez más difícil mantener la oferta. Los precios se mantienen bajos artificialmente gracias a las subvenciones mundiales que favorecen a la pesca industrial en gran escala. Éstas compiten ilegalmente con la pesca costera de subsistencia y artesanal, causando más problemas en regiones ya en riesgo por la escasez de alimentos. Otros  no escatiman en forzar el trabajo no remunerado para reducir sus costes, tratando a los trabajadores como prescindibles. 

Foto de la Operation Albacore en Gabón, por Tara Lambourne/Sea Shepherd.

Y, por supuesto, está la mentira perpetua de que comer pescado es una opción saludable para la dieta. Hemos contaminado los océanos del mundo hasta el punto en que afecta a toda la cadena alimentaria, concentrando los contaminantes a medida que se asciende en la cadena. Durante años, se ha advertido a las mujeres embarazadas que no coman atún o pez espada debido a los altos niveles de mercurio, una situación que sólo empeora cuanto más contaminamos nuestro mundo natural. 

Estamos en un momento de la historia en el que tendremos que tomar una decisión:

¿Dejamos de apoyar a la industria destructiva e insostenible que está destruyendo nuestro océano o seguimos por el camino actual y nos encontramos con que nuestro océano está vacío en el transcurso de nuestra vida? Cualquiera de las dos opciones conduce al mismo resultado: dejaremos de comer pescado ahora o dentro de 30 años. Sólo que cuanto más esperemos, más irreversible será la situación. Nuestra fuente "infinita" de proteínas ha llegado a su límite, así que es hora de que tomemos las decisiones necesarias para restablecer el equilibrio en nuestro océano.

 

Foto de la Operation Sola Stella en Liberia, por Melissa Romao/Sea Shepherd.

Estamos viendo los resultados de nuestras campañas para poner fin a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en África Occidental, con la recuperación de las poblaciones de peces y de los ecosistemas al cabo de unos años. Pero estas zonas no son lo suficientemente grandes como para repoblar regiones enteras. Hacer cumplir la normativa y ampliar las zonas protegidas contra la pesca INDNR y la pesca industrial a gran escala son la base de las campañas actuales de Sea Shepherd. Junto con nuestros colaboradores gubernamentales estamos cerrando docenas de barcos ilegales cada año, y en el proceso estamos salvando millones de vidas. 

Detener la guerra contra el océano es una cuestión de supervivencia. Es una lucha que no podemos permitirnos perder. Una lucha que se intensificará en los próximos años cuando las poblaciones de peces sigan disminuyendo. Pero también una lucha que - con vuestro apoyo - pretendemos ganar.

El capitán Alex Cornelissen en campaña en la Reserva Marina de las Galápagos, 2011. Foto de Sea Shepherd.
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