En febrero de 2023, el buque de Sea Shepherd, el Allankay, navegó hacia las gélidas aguas de la Antártida para renovar nuestro compromiso de proteger la región y su diversa vida marina. Durante más de una década, luchamos para defender a las ballenas de la Antártida de los arpones de punta explosiva de la flota ballenera japonesa. Y gracias a nuestra implacable pasión y determinación, ganamos. Nos enfrentamos a los cazadores furtivos de austromerluza conocidos como "Los seis bandidos", y también les cerramos el paso.

Pero esta vez hay un adversario diferente en el Océano Austral: la pesca industrial de krill. Sabíamos que los arrastreros comerciales tienen un impacto enorme y a menudo devastador en el ecosistema marino del Antártico. Nuestra intención era clara: capturar esta devastación in fraganti y mostrarla al mundo. En un escalofriante encuentro frente a las islas Orcadas del Sur, documentamos a varios superarrastreros con sus enormes redes, surcando sin piedad un megápodos de más de doscientos rorcuales comunes que se alimentaban de krill. Estas imágenes de la industria compitiendo con la vida salvaje por los mismos animales para utilizarlos como alimento se compartieron en todo el mundo, provocando la indignación internacional y llamamientos para que se cierre esta industria.

Estas aguas, antaño remotas, son frecuentadas ahora por enormes buques de arrastre procedentes de países como Noruega, China, Chile, Ucrania y Corea del Sur, todos en busca de krill para alimentar la industria de la acuicultura y extraer aceite de krill para suplementos dietéticos y productos de belleza. Estas industrias en auge han duplicado la demanda humana de krill en las dos últimas décadas y, si no actuamos ahora, tendremos que lidiar con el doble de superpescadores en los próximos años.

Pero estos diminutos crustáceos son fundamentales para el ecosistema antártico, una especie clave que proporciona sustento a diversos tipos de vida marina, como ballenas, pingüinos, focas y aves marinas.

El calentamiento de los océanos y el retroceso del hielo marino ya suponen un reto para la vida antártica. Si a esto añadimos la presión de la pesca industrial de krill, tenemos una receta para el desastre ecológico. La fauna marina, como los pingüinos emperador, que llevan cinco años sin reproducirse, podría desaparecer en esta década. Del mismo modo, las focas peleteras han sufrido un descenso del 83% desde 2007.

Nos encontramos en una coyuntura en la que la legislación debe alinearse con la conservación. Sea Shepherd es firme en su misión. Como proclamó el Capitán Hammarstedt: "Cuando un barco pesquero infringe la ley, podemos cortar sus redes y bloquear sus operaciones. Pero cuando opera legalmente, primero debemos cambiar la ley".

A medida que se acerca 2024, nos preparamos para volver al Antártico, no sólo como observadores, sino como defensores. Una vez más pondremos de manifiesto los efectos adversos de la pesca industrial de arrastre de krill e instaremos al mundo a que exija cambios en esta forma perjudicial de pesca. Esperamos que te unas a nuestra lucha, porque mientras la Antártida nos necesite, Sea Shepherd estará allí para protegerla.

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